Sólo tengo cincuenta y nueve segundos de vida para decirte que
te haría el amor hasta morir. Quizá incluso una vez muerta,
siguiera meciéndome sobre tu cuerpo, mientras tú
en la realidad me estrechas contra tu pecho y sollozas por mí.
Tengo cuarenta y cinco segundos para reconocer que dejarte marchar
en aquel avión ha sido el peor error de mi vida. Que debí correr
detrás o no haber provocado nunca una sola discusión. Podría estar
ahora mismo enredada en tu cintura, más viva que nunca. Y este
segundero no terminaría. Y estas palabras sólo cesarían para oír tu respirar.
Ya son sólo treinta y uno y medio, como las veces que te llamé y me ignoraste.
O como las bolas de helado que me comí aquel día de San Valentín, ¿recuerdas?
Veinticuatro... meses de felicidad que me regalaste,
que compartimos bajo la tienda de campaña que improvisamos en el salón.
Se me van otros doce mirando la última foto que me mandaste.
No sé cómo no me di cuenta antes, pero ya no me queda tiempo.
La noche está llegando, los pájaros han callado.
Tú te fuiste y las pastillas... ya me las he tomado.
Me quedan los últimos tres segundos para decirte que
Te quie...