Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho,
y ocho dieciséis.
Y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos.
Ánimas benditas
Me arrodillo yo.
Límites. ¿Qué límites?
¿Cuáles son los límites?
¿Quién los pone, y porqué?
Se nos ha ido de las manos, amor.
¿Quién parará este tren en marcha antes de que descarrile?
Gracias tía, hay veces que una necesita desahogarse.
RépondreSupprimerPor cierto, tu entrada también es genial. :)