Eres como la resaca de domingo por la mañana. Molesto, muy molesto.
Tan amargo como el café solo de los viernes por la noche.
Dulce cual azucarillo deshaciéndose en su cuerpo,
pero frío como los hielos de mi cubata.
Picante como un mordisco en la oreja,
doloroso como un pinchazo en la vena,
y morboso como el sexo en un ascensor.
Increíble.
Eres increíble.