jeudi

Oviedo.




Cae la noche. 

Oviedo respira tranquila y los relojes ya hace tiempo que han dejado
 de marcar la hora. No estás, pero mientras camino consigo cerrar los ojos
 y recordarte como si en ese mismo instante estuvieras rozando mi piel.

Noto tus labios en mi hombro como si del primer
 rayo de sol de la mañana se tratasen.

Oviedo yace muerta, sin movimiento. 
Tan silenciosa que puede escucharse el sonido del cambio de los semáforos. 
Pero se oye demasiado lejano, sólo tu voz resuena en mis oídos en ese instante. 
Escalofríos me recorren recordando los susurros tras mi oreja. Recordando como se pierden tus besos en mi cuello, como si de tinta en agua se tratara. 

Cambiando el tono de mi piel, subiendo la temperatura.

Oviedo. 

Oviedo tan apacible y fría. Tan sola, tan vacía.

¿Qué sería de mí sin ti?