Así, casi sin quererlo, empecé a temblar.
Tu figura se distorsionaba ante mí.
Notaba como el latido de mi corazón se ralentizaba.Tu sombra se distanciaba y no era capaz de verte con claridad.
Veía mis manos, pero no controlaba sus movimientos.
Veía mis manos, pero no controlaba sus movimientos.
Me vi allí sola, con la fría lluvia humedeciendo mi ropa, y penetrando en mi piel.
Delante de mis ojos pasó aquel último tren del que no supe cojer billete.
Entonces, dejé de respirar.
Entonces, dejé de respirar.
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